La pirámide de la movilidad urbana

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Históricamente la mayor cantidad de recursos y la mayor parte del viario público se han reservado para favorecer la circulación de vehículos a motor.

Si hablamos de movilidad sostenible hay que darle la vuelta a la escala de prioridades que tradicionalmente se ha tenido en cuenta en la configuración de los espacios públicos urbanos y en las políticas de movilidad.

Atendiendo a criterios de eficiencia energética, medioambientales, de equidad social, vulnerabilidad, siniestralidad y calidad de vida urbana se hace imprescindible una nueva jerarquía que deberá tenerse en cuenta en las políticas de movilidad para minimizar los impactos de la movilidad actual.

Pirámide de la movilidad

El orden descendente indica la prioridad que debe otorgarse a cada nivel en el diseño del sistema de movilidad (los escalones superiores tienen más prioridad).  Además, indica el impacto negativo atribuible a cada forma de movilidad, que va aumentando a medida que descendemos escalones de la pirámide.

Peatones

En la parte alta de esta pirámide invertida deben estar los peatones, por varias razones: es el modo de desplazamiento más universal y más vulnerable. Además es el de menor impacto medioambiental y el más eficiente. La actividad física que conlleva promueve hábitos de vida saludable y menor obesidad. En este colectivo se incluyen, niños, personas mayores y personas con movilidad reducida por lo que hay que diseñar espacios e itinerarios seguros, accesibles y agradables que “inviten” a caminar a todo el mundo y que interconecten sin barreras físicas los principales centros atractores de movilidad, incluyendo el trabajo y los centros educativos. 

Bicicletas

En un segundo escalón descendente se sitúa la bicicleta por sus múltiples beneficios respecto a otras otro tipo de vehículos: eficiente, económica, sostenible ambientalmente, saludable, divertida, segura, ocupa poco espacio… Es un modo muy adecuado de desplazamiento para distancias de hasta 8 -10 km.

Transportes colectivos

En el tercer escalón están los transportes colectivos en sus diferentes versiones: autobuses, metros, tren de cercanías… Comparado con el coche, el transporte público es más eficiente, reduce emisiones contaminantes, necesita menos espacio de viario público y ahorra dinero a sus usuarios. Es importante facilitar la intermodalidad entre distintos modos de transporte público y entre estos y los modos blandos (peatones y bicicleta) para facilitar la movilidad puerta a puerta.

Transportes de bienes y servicios

El cuarto escalón está reservado para el transporte de bienes y servicios, algo fundamental en la actividad económica de nuestras sociedades. Pero la carga y descarga, debe estar limitada y regulada: deben imponerse horarios y espacios restringidos para evitar horas punta y los inconvenientes de las prolongadas paradas que entorpezcan el tráfico en horas de máxima afluencia.

Vehículo compartido

En el penúltimo escalón situamos el uso compartido del vehículo, tanto en la modalidad de viaje compartido (car pooling) ya que de este modo se reduce varias veces (tantas como nº de viajeros) el consumo de energía y emisiones por viajero y kilómetro recorrido, se ocupa menos viario público y se comparten costes, como en la versión de flota de vehículos compartida (car sharing), en la que los clientes o socios acceden a una flota de vehículos, pagando por el uso que hacen de los vehículos.

En esta modalidad, se optimiza el uso de los vehículos y un número pequeño de vehículos puede dar servicio a un considerable número de usuarios (como promedio un vehículo privado está aparcado el 96% del tiempo). 

Los carriles de alta ocupación, facilidades de acceso o las plazas de aparcamiento reservadas a coche de alta ocupación, son prácticas que cada vez se promueven más desde el ámbito público (para acceder a las ciudades) o desde el privado (en los centros de trabajo).

Vehículos privados a motor

En el último escalón se sitúa el vehículo privado a motor en uso individual, si bien no se trata de criminalizar su uso sino de  racionalizarlo. Para ello, deben facilitarse alternativas de movilidad atractivas que permitan reducir su cuota modal. Los aparcamientos disuasorios en la periferia de las ciudades conectados con sistemas de transporte público rápidos hacia los centros urbanos son una medida que puede resultar muy útil para este cometido. Alternativamente debe promoverse el uso de vehículos eficientes y de bajas emisiones facilitando, por ejemplo, el acceso de este tipo de vehículos a las zonas centrales de las ciudades y poniendo restricciones al resto.

 

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